“Mire, la basura, y la madriguera ahí no más”, dice el secretario de Salud, Gerson Bermont, mientras intenta que sus tenis azules no pisen los restos de una fritanga, desparramada en el separador de la calle 72, en el norte de Bogotá. A pocos metros del funcionario, encima de la madriguera, una pequeña rata espera a que el secretario salga de su territorio para comerse los restos del chicharrón y el arrocito botados en la calle.
“Mire, ahí se ve el control del veneno”, agrega el funcionario señalando al cadáver de otro roedor, víctima de los grupos de control de vectores —el nombre técnico de su especie— que tiene la Secretaría de Salud de Bogotá.
La escena es cada vez más común. Bolsas de basura en las calles, personas hurgando entre los plásticos y roedores aprovechando el buffet de comida que les dejan los bogotanos en separadores y avenidas de la ciudad. En Bogotá hay un problema de basura.
Según cifras de la Uaesp, la capital produce al día 7.500 toneladas de residuos. Dos días de basura bogotana pesan más que la Torre Eiffel. Esta medición, para expertos sobre el tema, no incluye todos los residuos de la ciudad. Por eso, Frank Molano, autor del libro “Historia de la basura en Bogotá”, se atreve a decir que, al día, se producen más de 10 mil toneladas de basura. De esas, cerca de siete millones terminan en los rellenos de Mondoñedo o Doña Juana. Otros dos millones, el 20%, se reciclan. Y los últimos dos se van por los ríos urbanos hacia el río Bogotá, después al Magdalena y así llegan al Caribe.
El manejo de los residuos, la participación de los recicladores y los roedores visitantes son los grandes retos con los que tiene que lidiar la alcaldía de Carlos Fernando Galán, que lucha por promover el sentido de pertenencia en una ciudad cada vez más sucia.
Los líos con los operadores
El manejo de residuos en Bogotá está dividido en cinco zonas. Es un modelo que se llama áreas de servicio exclusivo, en el que cada una de esas zonas está manejada por un operador privado diferente.
“Es como si fueran cinco municipios distintos, para efectos prácticos, cada pedazo tiene un prestador único de servicio, que es el encargado de estructurar las horas de servicio, cómo se definen las distancias y de responder por las condiciones geográficas de cada área”, explica Alberto Uribe, consultor en gestión de residuos.
Este modelo quedó así por la licitación que abrió la alcaldía de Enrique Peñalosa en 2018, con contratos anuales de más de 650 mil millones de pesos. La responsabilidad de recoger, transportar y enterrar los residuos sólidos en los rellenos sanitarios quedó en los cinco operadores que se ganaron el contrato.
Uno de los grandes huecos en la gestión de los contratistas viene desde la misma formulación del contrato, pues en el documento no incluye la obligación de las operadoras con el área limpia. Es decir, las empresas recogen, transportan y entierran la basura, pero no están obligadas contractualmente a asegurarse de que la zona quede completamente limpia después de la recolección.
Según el último documento publicado por la Uaesp de informes de supervisión y control, el operador que tiene más solicitudes, quejas y reclamos (Pqrs) registradas en el Sigab —la plataforma que le hace seguimiento al aseo en la ciudad— es Limpieza Metropolitana, conocida como Lime. Entre marzo y abril fueron 14.260. Lime, del empresario argentino Enrique Pescarmona, opera en las localidades del sur: Ciudad Bolívar, Bosa, Tunjuelito, Teusaquillo, Puente Aranda, Los Mártires, Antonio Nariño, Rafael Uribe.
En solicitudes, le sigue Promoambiental, que opera en Usaquén, Chapinero, Santa Fe, Candelaria, Usme, Sumapaz, San Cristóbal; y Área Limpia, que opera en Suba. Ciudad Limpia y Bogotá Limpia no publicaron su número total de quejas para este periodo.
La Silla sistematizó las Pqrs de las categorías que sí incluyen los informes de abril, para ver las razones detrás de las solicitudes. Dentro de los informes, los consorcios no registran exactamente las mismas categorías de solicitudes, incluso algunas anuncian en el informe de abril, que incluirán otras categorías en el de mayo, que aún no ha sido publicado.
Dentro de la lista de problemas también está la ausencia de controles. “Hay una insuficiencia o una ineficiencia de control efectivo sobre los operadores”, dice Silvia Yepes, abogada del Externado y consultora en temas de servicios públicos.
El control que ejerce el Distrito sobre los operadores también es uno de los huecos que quedó desde el contrato. Los operadores deben responder a una interventoría contratada para revisar la adecuada prestación del servicio.
Pero, según le confirmaron a La Silla dos fuentes del Distrito, quienes piden no publicar su nombre para no generar tensiones con los operadores, la interventoría no tiene tantos ojos en la calle para supervisar el trabajo. “Y cuando se les pide que haya más personas en campo, piden más plata para hacer esa supervisión”, cuenta la fuente.
La entidad encargada de vigilar a estos operadores desde el Distrito es la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos, la Uaesp. La Unidad estuvo en el ojo del huracán el año pasado, por denuncias sobre posible corrupción después de que un empresario dijera que la entidad organiza contratos con coimas y que en los cementerios del Distrito se hacían incineraciones de desaparecidos en el paro del 2021.
Parte del problema de la recolección de residuos es la cultura institucional que se ha consolidado, tanto al interior de la entidad como con los contratistas. Según las dos fuentes de adentro de la Uaesp, se trata de un pensamiento de “siempre ha funcionado así, y así se debe mantener. Aunque sabemos que no está funcionando como debería”, dice la fuente.
La actual directora de la entidad es Consuelo Ordóñez, quien trabajó como asesora de planeación en la alcaldía de Peñalosa y aspiró a la Alcaldía de Bucaramanga en las regionales. Sobre el estado en el que encontró la Unidad, la directora le dijo a La Silla que “a mí no me gusta mirar por el espejo retrovisor. Solo me he estrellado tres veces, y todas echando reversa”, dice entre risas.
Hoy los obstáculos están en todos lados. Y entre las grandes apuestas está lanzar un nuevo modelo en 2026. Pero hay otros retos que no dan espera.
La participación de los recicladores
En Bogotá hay alrededor entre 17 mil y 25 mil recicladores registrados en organizaciones. Desde las mismas cifras hay una diferencia entre el Distrito y las asociaciones de recicladores. Según la Asociación Cooperativa de Recicladores de Bogotá, en la ciudad hay 15 mil recicladores.
“Los recicladores de Bogotá recogemos entre 1.200 y 1.500 toneladas al día. Las asociaciones que son reales, porque desde que empezó la remuneración, ahora aparecen recicladores de debajo de las piedras. Así no recojan un kilo”, dice Nohra Padilla, portavoz de la Asociación Cooperativa de Recicladores de Bogotá (ARB).
Se refiere a la tarifa que cobran los cinco grandes operadores y se les traslada a las asociaciones de recicladores que estén inscritos dentro de la zona donde operan. “Es un incentivo perverso, porque la administración pública no pone ningún requisito de entrada, y la gente cree que puede cobrar la tarifa sin recoger un kilo”, agrega Padilla.
Por ejemplo, solo en 2023, se crearon 170 organizaciones de recicladores. Según la ARB, en total hay más de 500 en la ciudad, pero solo el 15% —unas 75— están realmente reciclando. Por eso, desde la Uaesp, han empezado una auditoría forense de las asociaciones de recicladores con la que buscan identificar cuántas de esas asociaciones realmente reúnen recicladores.
Sin embargo, según Molano, el autor de la “Historia de la basura en Bogotá”, la relación es tensa por los dos lados. “De una parte, al parecer algunas empresas y asociaciones sobrefacturan y sobrepesan los materiales recuperados. De otra, las asociaciones denuncian que las exigencias de formalización implican altos costos para cumplir con los estándares para ser parte del sistema y recibir parte de la tarifa”, explica.
La directora Ordóñez le dijo a La Silla que la idea de la nueva licitación es cambiar el modelo lineal que ahora tiene el sistema por uno de economía circular. “Será un sistema en el que se hace la recolección, pero se privilegia la recolección selectiva. Es decir, de separando los residuos, para que no todos terminen en el relleno”, agrega.
Eso contrasta con lo que sucede ahora, pues debido a la poca separación de residuos desde la fuente, los bogotanos meten todos los tipos de residuos en la bolsa negra. Así, todos van a parar al relleno sanitario, a pesar de que los orgánicos podrían compostarse y residuos limpios podrían reciclarse. La idea de la Uaesp con la recolección selectiva es que haya rutas para recoger residuos específicos, lo que implica una separación desde casa.
Esta implica introducir a los recicladores en las rutas de recolección de la basura. El lío es que, por ley, las rutas de recolección selectiva no pueden ser exclusivas. Es decir, no puede haber un área o una ruta designada únicamente a una sola organización de recicladores.
Pero los recicladores, consideran que esa inclusión no debería tener lugar. “Nosotros tenemos unos fallos de protección, del mínimo vital, que exigen permitirles a los recicladores realizar su labor. Todas las administraciones aquí han venido a mirar cómo sacan a los recicladores”, dice Padilla.
Resolver la participación de los recicladores es una tarea larga que ya llegó a estrados judiciales. Desde el 2003, la Corte Constitucional ha fallado varias veces a favor de los recicladores, asegurando que quienes cumplan con este oficio deben contar con “acceso cierto y seguro” a los materiales de reciclaje.
Según Padilla y Alexis Guzmán, representante legal de la asociación Asores, los recicladores ya fueron incluidos dentro de la ruta de recolección, porque tienen rutas propias desde el fallo de la Corte en 2003. “Eso nos fortaleció, porque aparte de que se está remunerando nuestra labor, nos está dando visibilidad y eso es importante para el gremio para que haya un reconocimiento de la ciudadanía y del gobierno”, explica Guzmán.
En la licitación del 2018, quedó como responsabilidad de cada organización de recicladores el acopio del material reciclable en las áreas de servicio exclusivo (ASE). Y los operadores de recolección de basura en esas zonas presentaron un plan de trabajo para hacer un diagnóstico de los residuos aprovechables, la ubicación de los recicladores de oficio, promover la afiliación a asociaciones, y mejorar las condiciones en las que se recolecta.
Más allá de la relación entre recicladores de oficio y el Distrito, el reciclaje en la ciudad sigue siendo mínimo, en comparación con la cantidad de residuos que se producen en Bogotá. El porcentaje de residuos que se reciclan está entre 15% y 17% del total de residuos.
Para mejorar eso, la Alcaldía plantea campañas de sensibilización y pedagogía. “Pero también implica hacer acuerdos con los comerciantes. Creemos que un mayor servicio, mejor cultura ciudadana, aunado a una mayor autoridad, mejoraría el servicio en la ciudad”, explica la directora de la Uaesp.
Los visitantes no deseados
Las cuadras cercanas a la carrera 82 entre calles 24 y 22, una de las zonas del barrio Modelia, son conocidas por sus restaurantes. En los últimos meses, los vecinos se quejan por los últimos comensales de los restaurantes, ratas en las calles que llegan a sus casas.
“Pero no es solo por los restaurantes, ni por los puntos críticos de basuras, también por la zona comercial sin ningún tipo de capacidad para almacenar basuras, ni conciencia sobre la correcta disposición de los desechos reciclables, lo que ocasiona que la comunidad recicladora llegue y rompe las bolsas”, cuenta Felipe Jiménez, miembro de la veeduría ciudadana Modelia residencial.
Galán ha hecho dos recorridos en el barrio de Modelia, para sancionar a los comercios que sacan la basura por fuera de las horas de recolección. “Necesitamos sanciones, pero también conciencia”, dijo el mandatario en una de sus visitas.
“Lo que estemos viendo ratas en las calles es un síntoma de un problema más grande”, dice Alberto Uribe, consultor en gestión de residuos. El experto explica que los roedores —o vectores, como se les llama técnicamente— no son una causa del problema, sino una consecuencia de los líos con la recolección de basuras y barrido en las zonas de aseo.
Además de las acumulaciones de basura, las ratas también llegan porque los 488 frentes de obra abiertos en espacio público en la ciudad están perturbando las madrigueras subterráneas en donde viven.
Para el experto Molano, las ratas no son un problema nuevo. “En los años 90, un estudio planteó que por cada habitante urbano había 3 ratas y ratones. Hoy la cifra llega a diez roedores por habitante en ciudades como Bogotá, Cali Medellín, Barranquilla”, explica.
La encargada de hacer exterminar a los roedores de la ciudad es la Secretaría de Salud. Según cifras de esta cartera, este año han incrementado en un 58% las intervenciones en contra de los roedores, en comparación con el mismo periodo de 2023.
Las localidades en las que más ha tenido que intervenir la Secretaría para exterminar roedores son Ciudad Bolívar, Usme, Santa Fe, Kennedy y Bosa.
Para exterminar los roedores o los insectos la Secretaría recibe las denuncias de los bogotanos, que llegan a través de las Subredes de salud o de la plataforma Bogotá Te Escucha. Con la denuncia, los equipos de control hacen un diagnóstico de la presencia de las plagas. Después de la verificación, hay varias medidas que pueden tomar, como podar la zona, quitar escombros, o recoger basuras.
Si se necesita, siguen con una intervención química, que se hace con venenos que se ponen en las madrigueras, como demostró el secretario Bermont en su visita a la calle 72.
Poner la casa en orden
“Estamos frente a un problema, tenemos que lograr que funcione un nuevo esquema y se puede exigirles a los operadores, pero no va a haber alguien barriendo detrás de cada bogotano, necesitamos que la ciudadanía participe en la solución”, dijo el alcalde Galán durante el lanzamiento de la campaña “Bogotá, mi ciudad, mi casa”, la semana pasada.
La idea de la iniciativa es apelar al sentido de pertenencia de los habitantes de Bogotá para promover una mayor cultura ciudadana que genere un mayor cuidado de la ciudad. “Es una iniciativa que busca invitar a realizar acciones todos los días para cuidar la ciudad”, cuenta el secretario general de la Alcaldía, Miguel Silva.
Según los expertos consultados, apelar a la cultura ciudadana a través de estas campañas, particularmente para el manejo de los residuos, sí funciona. Uribe, el consultor, dice que para que estas campañas sean efectivas, se tienen que unificar los criterios sobre, por ejemplo, mantener los colores de las bolsas para el reciclaje. “La pedagogía debería ser una política de Estado, que no cambie en cada alcaldía”, dice.
Para la directora de la Uaesp, “la ciudad más limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia”. “Para eso, tengo que tener la ciudad limpia, para que la gente no quiera ensuciarla. Y queremos cambiar para prestar un mejor servicio, pero es un proceso largo que necesita ayuda de la ciudadanía”, reconoce Ordóñez.
El alcalde es un fiel creyente de la teoría de los vidrios rotos. Indica que el desorden llama más desorden, mientras que una ciudad limpia y ordenada, promueve que sus habitantes la mantengan así. “Si logramos que se reduzcan las ventanas rotas, o que no haya ventanas rotas, logramos que la gente cuide más la ciudad”, dice la directora.
“Estamos enfrentando problemas de residuos en las calles y muchos de ellos tienen que ver con comportamientos diarios, cotidianos que estamos teniendo nosotros en la calle. Entonces queremos incentivar cambios de comportamiento que estamos viendo todos los días”, explica el secretario Silva sobre la iniciativa.
Galán debe hacer la nueva licitación
El modelo actual de recolección de residuos se acaba en febrero del 2026. En esta fecha, se vence el contrato firmado por la administración de Peñalosa con los privados, que tendrán que volver a concursar en una licitación si desean mantener el negocio.
La licitación debe ser autorizada por la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico, la entidad que vigila el mercado de servicios de aseo, alcantarillado y acueducto en el país. Para eso, según le contó la directora Ordóñez a La Silla, la Alcaldía tiene previsto entregar la exposición de motivos, con los cambios en la licitación en septiembre del 2024. De ahí, esperan entre 6 u 8 meses a que se las aprueben.
Eso significa que el proceso para otorgar la licitación arrancaría el próximo año, en 2025. Para que, en febrero del 2026, cuando se vencen los actuales contratos, empiecen a funcionar las nuevas condiciones con los mismos operadores o con otros nuevos.
Dentro de las innovaciones que plantean desde la Alcaldía para esta licitación, está incluir el concepto de área limpia. Es un cambio de modelo en el que los operadores no solo recojan, transporten y entierren los residuos, sino que responden por la limpieza completa de sus zonas.
La delimitación de estas últimas también cambiaría, puesto que, buena parte de las quejas de los operadores es que el área del operador Proambiental, que cubre todo el borde oriental de la ciudad, es geográficamente muy compleja para cubrir.
La nueva licitación también busca darle más dientes a la Uaesp a la hora de hacer el control de los operadores. “Estamos buscando más servicio, más cultura, más autoridad para tener la ciudad limpia. Y en la siguiente licitación queremos que eso haya hecho tanta mella que se incluya”, concluye la directora de la entidad.
Fuente: https://www.lasillavacia.com/silla-nacional/bogota/ratas-y-reciclaje-problemas-de-basuras-en-bogota/