Si viajas o usas transporte público, evita descansar en lugares oscuros, muy transitados por personas o animales, y evita también los muebles de colores oscuros. Personalmente, prefiero los colores claros porque permiten inspeccionar mejor en busca de señales de nuestro enemigo, como manchas de excreta.
Además, opto por mobiliarios de plástico en lugar de tela. Para mi gusto, prefiero aquellos con materiales metálicos como el acero pulido, acero inoxidable o aluminio, son excelentes porque mantienen el frío y no son del agrado de las chinches. Por otro lado, si hay una alta concentración de estos parásitos, se percibe un olor característico del cual hablaremos en otra ocasión.
Y sé que sonará raro, pero a diferencia de mis compañeros que regresaban llenos de garrapatas, yo no tenía ni una sola. Esta misma técnica me ha funcionado con pulgas (sifonápteros) y otros parásitos. Con las chinches (Cimex sp.), hasta ahora, he tenido el mismo éxito: cero de cero, incluso en lugares infestados donde pareciera una escena sacada de una película de terror.
Además, trata de llevar maletas lisas, sin bolsillos expuestos, para evitar posibles escondites externos. En mi caso, aunque pueda sonar un poco extraño, envuelvo mis maletas en una bolsa resistente, mejor que el envoplast o vinipel de las terminales. Como profesional del área, les aplico un limpiador de superficie de persistencia como silicón.
En el caso de los aviones, trate de llevar en su cartera u objeto de mano una bolsa igual de resistente para empacar el mismo (sí, esta plaga puede ubicarse en cualquier medio de transporte, los aviones no son un excluyente).
Cuando llego al hotel, siempre pido sábanas blancas como preferencia. Inspecciono los bordes del colchón y los muebles, y no desempaco completamente mi equipaje.
Si el baño es amplio y tiene una tina, dejo la maleta allí, especialmente si tengo sospechas. Claro, yo trabajo en control de plagas, así que hago una inspección completa del espacio.
Imagínate la cara del personal del hotel si me llegarán a ver en dichas acciones, probablemente pensarían que soy un detective privado llevando a cabo alguna investigación. ¡Solo me falta la lupa y el sombrero de Sherlock Holmes!
Si existieran estos hematófagos (chinches) en el hotel o lugar de descanso, ten en cuenta que preferirán la noche para atacar, pero si tienen mucha hambre, te buscarán a cualquier hora. Para ellos, tu aroma es como un delicioso asado argentino. Así que ten cuidado, porque son muy pequeños, especialmente las ninfas. La idea de que las maletas regresen con estos polizones no es nada agradable.
Ahora, te has preguntado, ¿Por qué podríamos llevar la plaga en nuestras maletas?.
Según mi experiencia, es por la ropa usada, básicamente en la manipulación de la maleta se desprende en el ambiente las moléculas de olor a sudor que para el chinche es irresistible, por tal motivo, es recomendable hacer uso del servicio de lavandería, o en su defecto, poner la ropa en bolsas herméticas en el baño y solo empacarla al retirarnos del hotel; importante, ¡no dejar la maleta sin bolsa!.
Al llegar a casa, debemos lavar la ropa, si es posible, con agua caliente a 65 grados centígrados para eliminar los chinches adultos, huevos y ninfas. Si no tienes lavadora o secadora, deja la ropa en abundante jabón. También, deja la maleta en la bolsa hermética hasta que puedas desinfectarla adecuadamente.
No olvidemos que las chinches de cama son un enemigo emergente. Nuestra generación de hierro, como mi abuela, luchó contra plagas con métodos caseros y tradicionales. Ella me hablaba de la nigua (T. penetrans) y de la lucha contra el paludismo (Plasmodium falciparum), la fiebre amarilla (Arbovirus) y el mal de Chagas (Trypanosoma cruzi). En su época, el dicloro difenil tricloroetano (DDT) fue una solución poderosa, pero tuvo un alto costo humano.
Años atrás, se pensaba que las chinches eran una plaga asociada a la falta de limpieza y a malos hábitos. Pero la verdad es que no discriminan. Pueden estar en un banco en una plaza, en un lujoso hotel, en un vuelo comercial, en transporte público, en una sala de cine o en casa de un familiar. No es culpa de nadie, simplemente nos ven a todos como un buen bistec. Su tamaño y sigilo las ocultan, pasando desapercibidas por mucho tiempo. Y solo cuando alcanzan altas poblaciones, comienza nuestro calvario.